Rostros
por Elisa C. Martínez Salazar.
Tus tres rostros me acompañan: uno feliz,
el otro falso y el último cruel.
El reflejo vacío de tu pasado indefenso
corta las pausas en mis silencios.
¿Por qué?
Ahora la pregunta está dibujada con
tinta indeleble en mi frente.
Todos a mi alrededor pueden leerla.
¿Por qué intentar ser Dios?
¿Por qué soñar la redención para un mundo perdido?
¿Por qué sufrirte, a ti, a una partícula
insignificante de inocencia ultrajada?
¿Por qué tus rostros caminan tomados de mi mano?
¿Por qué tus ojos acusadores
me reclaman justicia, a mí,
que no tengo culpa de tu sufrimiento?
Entorpeces mi creatividad si dejas filtrar
la tristeza en los espacios de tu mirada
y es entonces cuando te amo más.
Tu rostro es el mismo, multiplicado por tres.
Nuestra salvación es necia utopía.
¿Por qué no puedo viajar en el tiempo,
cambiarte el pasado?
Porque el destino es un bastardo.
El candor se marchó para no volver
y tengo yo que recoger
lo que ha quedado de ti.
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